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Fuente Agria

Este Manantial de aguas ferruginosas, que ya aparece en las descripciones del Cardenal Lorenzana de finales del siglo XVIII, está vinculado a los procesos hidrotermales del volcanismo de la zona del campo de Calatrava. El agua al filtrarse en el subsuelo y entrar en contacto con los gases volcánicos, se enriquece con CO2  y otros compuestos, como el hierro, ascendiendo luego a través de fisuras hasta surgir en manantiales.
A finales del siglo XIX se realizan las primeras obras de acondicionamiento del paraje. Desde el verano de 1891, cuando se inauguran los baños, hasta finales de la década de los años 70 del siglo XX, el baño tuvo una enorme aceptación, tanto para su consumo de aguas o baño, por iniciativa propia o bajo prescripción médica, ya que a estas aguas ferruginosas se le atribuían numerosas propiedades curativas no sólo en enfermedades dermatológicas, sino también para el riñón y el hígado, tratar carencias de hierro, astemias o problemas de tiroides.
Por todo ello, con el paso del tiempo este lugar se fue convirtiendo en sitio privilegiado de los vecinos de Piedrabuena y en 1956 la Hermandad de los Labradores y Ganaderos de la localidad manda construir la Ermita de San Isidro Labrador.

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