A 10 kilómetros de la localidad de Villahermosa se encuentran las pedanías de Cañamares y Santa María. Estaban situadas sobre un antiguo camino nombrado como “el de los carros” o “de Alicante”, por lo que debió estar poblada por antiguas civilizaciones, como también atestiguan hallazgos neolíticos. Ambas pedanías están unidas por la Avenida de Los Tobares.
Cañamares aparece por primera vez documentada en el pleito con Alcaraz en 1243, cuando es adjudicada a la Orden de Santiago. Su nombre procedía de la abundancia de cáñamo que se cultivaba en las vegas de los arroyos que lo circundaban, por lo que dichos terrenos se medían por las fanegas de cañamón. Muy cerca de allí nace el río Cañamares, afluente del río Azuer, que también pudo ser la causa de su nombre.
Aunque en la actualidad solo viven allí una decena de vecinos, en los años 50 la pedanía llegó a alcanzar un centenar de habitantes, que acabaron emigrando en busca de una vida alejada del campo.
La festividad del patrón de la aldea es el 25 de mayo, día de San Urbano, el 25 de Mayo. Es una celebración que conlleva un típico concurso de gachas y pisto al que asisten numerosos habitantes de los pueblos próximos. Entre Cañamares y Santa María, aldea que también tiene a San Urbano como patrón, se realiza una procesión a la que sigue una verbena que anima la noche.
Hay constancia de la existencia de una Iglesia consagrada a Nuestra Señora de los Mártires, pero ahora solo quedan restos conservados del siglo XVII. Actualmente sigue existiendo una ermita parroquial dedicada al Papa San Urbano.
En las proximidades de la aldea se encuentra el cortijo de “Pozo Leña”, que pudo haber sido en sus orígenes una venta. En su pared exterior se ve con claridad el escudo señorial de la familia de los Abad y Sandoval, quienes vivieron hace muchos años en Villahermosa.
Cañamares tiene parajes de una gran belleza, especialmente gracias a los paisajes de vega y vegetación de ribera, que contrastan con algunas zonas de arbustos mediterráneos.